The National Times - Por qué China apoya a Putin


Por qué China apoya a Putin




La negativa de Pekín a condenar el ataque a gran escala de Moscú contra Ucrania se ha endurecido hasta convertirse en un apoyo material activo, aunque cuidadosamente calibrado. Los datos de aduanas y del registro mercantil muestran que las empresas chinas dominan ahora el flujo de metales críticos, microelectrónica y componentes de doble uso que mantienen viva la industria de defensa rusa, incluso cuando se endurecen las sanciones occidentales.

Recientes informes de investigación detallan cómo pequeños intermediarios de exportación en provincias costeras etiquetan los motores de drones como «unidades de refrigeración industrial», lo que les permite cruzar Eurasia por ferrocarril y reaparecer dentro de municiones merodeadoras tipo Shahed lanzadas contra Odesa y Kiev.

El comercio que sustenta este canal es inmenso. A pesar de una caída interanual del 9 %, el volumen de negocios bilateral siguió superando los 106 000 millones de dólares en el primer semestre de 2025, con las piezas de automóviles, las máquinas herramienta y la electrónica de consumo chinas llenando los vacíos dejados por las marcas occidentales que se han marchado. La energía es el núcleo de la asociación. Xi Jinping y Vladimir Putin acordaron en mayo acelerar el gasoducto «Power of Siberia 2», de 50 000 millones de metros cúbicos al año, que garantizaría el suministro de gas siberiano a precios reducidos durante décadas y daría un respiro a Moscú ante la evaporación de la demanda europea.

Los lazos financieros se profundizan en paralelo. A finales de 2024, más de un tercio del comercio de Rusia se liquidaba en yuanes, lo que ayudaba al Kremlin a eludir la liquidación en dólares y aceleraba el intento a largo plazo de Pekín de internacionalizar su moneda. Sin embargo, el 98 % de los bancos chinos se niegan ahora a realizar operaciones directas en rublos, lo que demuestra el cuidado con el que Pekín gestiona su exposición a las sanciones. Desde el punto de vista estratégico, los planificadores chinos ven ventajas en un conflicto prolongado que agote los arsenales estadounidenses y europeos, desvíe la atención de la OTAN y ponga a prueba la arquitectura de sanciones occidentales, todo ello evitando el colapso total de Rusia, que podría dejar un vacío favorable a la OTAN en la frontera norte de China.

Washington y Bruselas están respondiendo. La UE está preparando sus primeras sanciones contra bancos chinos acusados de blanquear transacciones rusas, mientras que Kiev ha incluido en una lista negra a varios proveedores del continente implicados en la producción de drones.

Aun así, Pekín considera que los beneficios —seguridad energética, materias primas a precios reducidos, un socio estratégico dócil y valiosos datos de combate para su propia doctrina— superan los riesgos. La asociación sigue siendo oficialmente «sin límites», pero en la práctica está limitada por un cálculo primordial: ayudar a Moscú lo suficiente como para desangrar a Ucrania y frustrar a Occidente, pero sin hacerlo de forma tan abierta que las sanciones secundarias amenacen las ambiciones económicas más amplias de China.