
Florence Anselmo, casi una década en la Cruz Roja tras la pista de personas desaparecidas

Reunir a familias con parientes cuya pista perdieron debido a guerras, migraciones y catástrofes es el combate que libra la jefa de la agencia de búsqueda de desaparecidos de la Cruz Roja, una tarea que le sigue emocionando como en sus inicios, en Colombia.
A sus 51 años, Florence Anselmo se conmueve como el primer día cuando asiste a un reencuentro familiar: "Incluso en video, me emociona. Afortunadamente, pasé la mayor parte de mis años en el terreno antes de ser madre. A veces dudo de si aún sería capaz de hacerlo sin que me inunden las lágrimas", cuenta a AFP.
Dentro de poco, Anselmo dejará la Agencia Central de Búsqueda (ACB) del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), tras haber pasado nueve años al frente.
Recuerda emocionada los primeros reencuentros en los que participó como delegada del CICR en Colombia. Con 26 años, recorrió ella sola los últimos kilómetros en medio de la selva para recuperar al rehén de un grupo armado y llevarlo junto a sus familiares, que los recibieron con "extraordinario alborozo".
Desde entonces, el número de personas que han recurrido a la Cruz Roja para encontrar a familiares se ha disparado a causa de los conflictos, las migraciones y el cambio climático: el año pasado se registraron 56.000 nuevos casos, muchos más que los 13.000 de 2014.
Totalmente entregada a su misión, afirma que lo que más le conmueve es "la persistencia y el coraje asombroso" de las mujeres que desafían al peligro para encontrar a sus hijos o su esposo, rebasando las líneas del frente o en otras situaciones de violencia, como con las pandillas en México.
"A menudo son las primeras que entran en contacto con las familias de la parte adversa y las que establecen puentes entre comunidades que se diabolizan", explica Anselmo, que también trabajó durante diez años para la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), antes de regresar al CICR.
- "Entre la esperanza y la desesperación" -
Cuando se encuentran desaparecidos, son "momentos de una alegría extrema", aunque a veces solo se trate de dar noticias a los familiares por teléfono o por carta, indica esta mujer, con nacionalidad suiza e italiana. Sin embargo, "a menudo también se trata de malas noticias".
Los reencuentros no siempre son fáciles. Como cuando llevó junto a su familia a un niño soldado burundés, encontrado en la República Democrática del Congo. "En los ojos, se veía (...) que había vivido cosas que le habían robado la infancia".
"Fue un poco agridulce porque, pese a la alegría de los padres, nos dábamos cuenta de que la vuelta a la normalidad iba a ser complicada", agrega.
En 2024, el CICR buscaba a unos 255.000 desaparecidos. Pero eso no es más que "la punta del iceberg" pues la Cruz Roja suele ser el último recurso. La guerra en Ucrania y el conflicto en Siria dieron lugar a 116.000 y 35.000 casos respectivamente.
En todas las crisis, la gente quiere ante todo encontrar a sus familiares: la desaparición provoca el síndrome de "pérdida ambigua" que los hace "oscilar entre la esperanza y la desesperación, incapaces de pasar a otra cosa", explica Anselmo.
Pero en este periodo de "contracción financiera", la organización a veces tiene que limitar sus criterios para aceptar nuevos casos, dice, consternada.
Con todo, Anselmo espera que la ACB pueda intervenir en Siria.
"Es bastante vertiginoso. Se escucha hablar de fosas comunes pero también de tumbas individuales que se siguen descubriendo cada día", apunta. Según ella, se calcula que hay entre 100.000 y 200.000 desaparecidos.
La responsable aplaude que la Presidencia siria haya creado una comisión nacional para los desparecidos pero matiza: "Ni siquiera el gobierno con el sistema forense más sofisticado podría hacer frente solo a esa colosal tarea".
D.Kelly--TNT