
Las penurias se multiplican entre víctimas de las mortales lluvias en México

El crujido de un pedazo de cerro desprendiéndose despertó a Cira González de madrugada. Sobrevivió, pero su casa podría venirse abajo en cualquier momento tras las mortales lluvias que golpean a México.
No es su única preocupación. Empleada de limpieza, González sufre además la escasez de alimento, agua potable y electricidad en San Bartolo Tutotepec, un empobrecido pueblo del estado de Hidalgo (centro).
"Sentimos que ya la tierra se sumía", cuenta la mujer de 44 años a la AFP frente a su casa de madera y lámina, enclavada en las montañas de una de las regiones más afectadas por las lluvias, que dejan al menos 64 muertos y miles de damnificados.
González salió corriendo con su hija de 14 años mientras alumbraba con una linterna el camino enlodado. "Se escuchaban las piedras cómo caían allá abajo, las casas se cimbraban", relata.
La mujer completa cuatro días aislada sin poder retirar dinero, pues los cajeros automáticos se dañaron. Solo ha comido tortillas.
"Mientras haya maíz (...) nos las arreglamos", confía, pero le preocupa que vuelva la lluvia y termine de tumbar su casa, ahora llena de grietas.
San Bartolo Tutotepec es uno de los municipios de la región indígena otomí en el estado de Hidalgo, vecino de Puebla (centro) y Veracruz (este). Estos tres estados acumulan la mayoría de las muertes que se registran desde el pasado viernes.
Además, las autoridades reportan 65 desaparecidos tras las inundaciones y deslizamientos de tierra. Uno de ellos es el doctor del pueblo, dijo a la AFP el alcalde Ubaldo González.
- Labor titánica -
La ayuda tardará en llegar pues el acceso por carretera a esta localidad continúa bloqueado por derrumbes de lodo, piedras y árboles. Un equipo de la AFP demoró cinco horas en llegar al pueblo tras recorrer 19 km a pie desde el poblado más cercano, Tenango de Doria.
Con los caminos cerrados, la única forma de llegar es a través de un sendero enfangado en medio de un cerro.
Mujeres y hombres lo atraviesan cargados de mochilas, bolsas y cajas con víveres que llevan a sus localidades incomunicadas.
Unos cincuenta soldados marchan con palas sobre la carretera que comunica San Bartolo con Tenango de Doria, por momentos entre una espesa neblina que impide ver más allá de 200 metros.
Un oficial contó que, luego de una noche entera retirando lodo y piedras, las tropas apenas habían liberado 100 metros de camino. Excavadoras del Ejército comenzaron a llegar desde el domingo, pero su peso abre grietas en la sinuosa vía, lo que impide el avance.
Por ello, personal militar solo ha llegado a las comunidades más afectadas en helicóptero.
El alcalde Ubaldo González se duele de "la devastación total" que provocaron las avalanchas en las comunidades del municipio.
"Hay gente que (...) desesperadamente nos pide que les hagamos llegar víveres", asegura.
- "Nos ayudamos entre nosotros" -
En el accidentado trayecto hacia San Bartolo, atravesado por arroyos y vegetación, los habitantes también se encargan de liberar la vía de escombros y fango en áreas a donde los militares no han llegado.
Como señal de advertencia para impedir accidentes, algunos pobladores han dejado piedras en puntos donde la carretera quedó cortada, y otros transportan personas en busca de víveres.
Lucio Islas, un mecánico retirado de 73 años, usa su camioneta para trasladar gratuitamente a vecinos agotados tras horas de caminar.
Lo hace por "humanidad", explica. En esta zona indígena, la sierra otomí, "nos ayudamos entre nosotros", dice.
V.Bennett--TNT